“Me detengo en lo alto de las escaleras y repito la adorable palabra acqua. Hace años, la niña aprendió a decir acqua a orillas del lago en Princeton, bajo la bóveda de árboles que rebosaban cuajados de borlas rosas. Acqua, acqua, gritaba, salpicando agua con las manos y dejándola caer sobre su cabeza. Acqua suena más próxima al chapoteo y la caída del agua, más próxima a la humedad y el descubrimiento. Su voz todavía reverbera… Agua de la vida. Intimidad de la memoria.”
Frances Mayes, Bajo el sol de Toscana
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