martes, 5 de febrero de 2008

mundo minúsculo

Una excursión a las dunas de El Saler en el tiempo en el que todo duerme.
Esperamos encontrar el campo silencioso, aterrado y monocorde; es un día ventoso que se encapota despacio.
Conforme andamos, aprendemos a acoplarnos al ritmo de la vida invernal: hay que ir muy despacio, fijarse más, agacharse, escuchar los crujidos, andar con los ojos cerca del suelo.
Y entonces, como si nos hubiéramos tropezado con duendes, comenzamos a ver un mundo minúsculo lleno de belleza misteriosa.
Formas insólitas, que no se parecen a las que despliega la primavera: sobrias geometrías, diminutos abrigos de angora blanca para nacer, flores solitarias más pequeñas que la uña de mi dedo meñique que hacen gravitar sobre el color de sus pétalos el aire de una duna entera.
No, no está callado el invierno, y su discreta efervescencia burbujea bajo el objetivo.
Éramos nosotros, que andábamos un poco sordos.

2 de febrero de 2008
Dunas de El Saler, Parque Natural de la Albufera, Valencia

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